Mi primer Sant Jordi

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Mi primer Sant Jordi

Mi viaje a Barcelona se ha pasado en un suspiro, pero siempre recordaré con cariño mi primer Sant Jordi. El viernes 22 a media mañana me subía en un AVE, camino de Barcelona, para participar en un evento especial organizado por Amazon con motivo de las celebraciones del Día del Libro.

CAM00059Tras descansar un rato en un precioso hotel céntrico con inspiración modernista, decidí darme una vuelta por la Barcelona más señorial mientras llegaba la hora del evento. Recorrí la Plaza de Cataluña, la Gran Vía y el majestuoso Paseo de Gracia, repleto de turistas llegados de todo el mundo para admirar la arquitectura de la zona y visitar los exclusivos comercios de la particular milla de oro barcelonesa.

Un poco más arriba, en semiesquina con la avenida Diagonal, se encuentra el Palau Robert, el lugar elegido por Amazon para celebrar este acto. En sus jardines se ultimaban los detalles para celebrar la primera lectura nocturna vertical de la historia de Sant Jordi. Allí coincidí con el resto de compañeros escritores con los que iba a tener el placer de participar en esta iniciativa tan original: Víctor del Árbol, Olivia Ardey, Elísabet Benavent, Lluís Foix, Toni Hill, Albert Pla y Coia Valls, además de saludar a mi editora en Amazon Publishing y otros miembros del equipo de Amazon.

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El crepúsculo se fue adueñando de la ciudad y los autores nos preparamos para nuestra intervención. Mientras Adam Sedó, Director de Comunicación de Amazon, daba la bienvenida a los asistentes al acto, nosotros nos adentramos en el edificio neoclásico que alberga el Palau Robert. Instantes después nos asomábamos al balcón principal de la fIMG-20160424-WA0013achada que da a los jardines, dispuestos a comenzar nuestra participación. Koro Castellano, Directora de Kindle para los mercados de habla hispana, hizo una breve intervención para presentar el acto y por fin, con la noche cubriendo el cielo encapotado de Barcelona, dio comienzo la lectura.

Cada autor leyó por turnos un fragmento de su obra desde el balcón situado a siete metros de altura, iluminados únicamente por la luz de la pantalla de un Kindle, mientras aparecían impresas nuestras firmas en la fachada del palacete. Escuchando atento a mis compañeros intentaba aplacar los nervios antes de mi intervención, en la que leí un fragmente del prólogo de mi novela «La posada del viajero».

 

Al finalizar esta parte del evento nos reunimos de nuevo con el resto de asistentes en los jardines del Palau Robert y brindamos con cava a la salud de Sant Jordi y la literatura. Allí pude conversar con autores, editores, periodistas y traductores, miembros de un sector que celebra de una forma especial el Día del Libro, en una velada muy interesante que se prolongó hasta que el recinto cerró sus puertas.

 

A la mañana siguiente salí pronto del hotel para vivir como lector la fiesta de Sant Jordi en todo su esplendor. El cielo gris de la noche anterior había dado paso a un sol radiante que animó a la gente a inundar las calles de Barcelona. Rosas y libros forman parte de una liturgia increíble que se celebra de un modo diferente en la ciudad condal y por primera vez pude vivirla en directo. Decidí entonces unirme a la multitud y disfrutar de una jornada especial para escritores y lectores en una mañana que se me pasó volando, antes de comer algo y regresar de nuevo a Madrid con las imágenes del fin de semana todavía prendidas en mis retinas.

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